En su columna en El Universal Querétaro, la dirigente priista analiza el altercado en la Comisión Permanente y acusa al oficialismo de haber convertido el Senado en un espacio de insultos y descalificaciones.
La dirigente del PRI en Querétaro, Abigail Arredondo, volvió a encender el debate político con una columna publicada en El Universal Querétaro, en la que abordó el reciente altercado entre Alejandro Moreno Cárdenas y Gerardo Fernández Noroña en la Comisión Permanente. Lejos de reducirlo a un simple choque de egos, Arredondo planteó que lo ocurrido fue la consecuencia inevitable de un clima de abusos, insultos y provocaciones generadas desde la propia Mesa Directiva del Senado, encabezada por el morenista. Según expuso, el verdadero problema radica en la manera arbitraria y facciosa en que se condujo la sesión, lo que terminó por desatar un enfrentamiento que evidenció el deterioro institucional promovido por Morena.
En su análisis, la priista recordó que todo comenzó cuando Fernández Noroña decidió imponer en la agenda un punto inexistente, sobre una supuesta solicitud atribuida al PRI y al PAN que jamás había sido presentada. Ese acto, calificó Arredondo, fue una ruptura flagrante de los acuerdos previamente alcanzados por todas las fuerzas políticas y, al mismo tiempo, un gesto de desprecio hacia las reglas básicas del debate parlamentario. La situación se agravó cuando el presidente de la Mesa Directiva optó por un estilo confrontativo, interrumpiendo a legisladores, lanzando improperios y utilizando calificativos ofensivos contra sus adversarios, en un intento evidente por humillar y acallar a la oposición.
Arredondo destacó que lo más indignante no fue solo la actitud beligerante del morenista, sino su posterior victimización. Tras haber convertido la sesión en un campo de batalla verbal, Fernández Noroña salió en rueda de prensa improvisada para presentarse como la víctima de un agravio, olvidando —o pretendiendo borrar— que durante meses fue él quien degradó el debate en el Senado a una especie de riña de cantina. “Bien dicen que no es lo mismo ser borracho que cantinero”, escribió la dirigente priista, al subrayar la incongruencia de un político que se ufanó de ser defensor de la libertad de expresión, pero que en los hechos se dedicó a censurar voces y a insultar a sus opositores desde la presidencia del Senado.
La dirigente priista lamentó que el oficialismo haya cometido el error de colocar a un perfil tan intolerante al frente de una responsabilidad que exige ecuanimidad, prudencia y neutralidad. Para Arredondo, la designación de Fernández Noroña fue un despropósito que no solo afectó la dinámica legislativa, sino que también profundizó la polarización y abonó al encono entre fuerzas políticas. En su opinión, México requiere dirigentes con visión de Estado, capaces de mediar y de construir acuerdos, no personajes que reducen la política a un espectáculo de gritos, insultos y desafíos. La falta de profesionalismo, concluyó, se tradujo en un ambiente enrarecido que tarde o temprano estallaría en un episodio como el protagonizado por el líder nacional del PRI y el senador morenista.
Finalmente, Arredondo destacó un punto que, según ella, muchos prefieren ignorar: la reacción de la ciudadanía. En redes sociales, afirmó, miles de personas expresaron apoyo hacia Alejandro Moreno por atreverse a ponerle un alto a quien ha abusado de su posición y ha denigrado reiteradamente la honorabilidad del Congreso. Ese respaldo popular demuestra, a su juicio, que la gente ya no tolera más los abusos del oficialismo ni las actitudes autoritarias que buscan silenciar a la oposición. “Más de uno se sintió identificado con Alito, porque no se trató de un simple altercado, sino de un acto de dignidad frente a la intolerancia”, concluyó la dirigente queretana.